Iglesia de Santiago

Iglesia de Santiago en 2010
Iglesia de Santiago en 2010

Interior de la iglesia de Santiago en 2013
Interior de la iglesia de Santiago en 2013

Introducción

Segunda mitad del siglo XIII o principios del XIV, estilo románico-mudéjar. Profundamente transformada en los siglos XVII y XVIII. El templo consta de tres naves abovedadas (nave central y dos laterales) y ábside, además de una torre y una capilla que flanquean la cabecera. Su ábside presenta en el exterior tres arquerías apuntadas de ladrillo con alineación vertical.

El estilo mudéjar del primitivo templo solo se conserva en el ábside y en la coronación del muro lateral del lado del Evangelio de la nave central, donde puede observarse la antigua cornisa de ladrillo en esquinilla y un friso con motivos geométricos. El cuerpo inferior de la torre también pertenece a la primera etapa de su construcción, y posiblemente perteneciera a alguna edificación defensiva anterior.

Las sucesivas ampliaciones y reformas de la iglesia a lo largo de la historia, han ido transformando los estilos empleados en cada época, siendo en la actualidad el barroco de las últimas intervenciones históricas el que predomina sobre los demás.

La superficie construida en la planta de acceso de la iglesia, es de 760,12 m2 y la superficie útil de 556,67 m2. La longitud total exterior es de 34,82 m, siendo la dimensión interior 32,71 m. La anchura total exterior de las tres naves es 23,54 m y 22,13 m la interior. La luz libre de la nave central es de 8,34 m y la de las naves laterales de 4,42 m. Las bóvedas de la nave central tienen una altura de 9,84 m hasta la clave, y las de las laterales 7,74 m, excepto la bóveda de piedra del primer tramo del lado de la Epístola, que es más alta, 9,46 m.

De las tres naves de casi la misma altura, entre pilares y arcos de medio punto, la central se cubre con bóvedas de cañón con lunetos y arista, las laterales también con bóvedas de arista. La sacristía y la nave del evangelio se cubren con yeserías barrocas. La torre de ladrillo y hormigón, se sitúa junto a la cabecera, en el lado de la Epístola. Su campanario se adorna con bolas y remata en chapitel. La portada principal se abre en el lado del Evangelio, otra más sencilla y de arco de medio punto, se sitúa en el lado de la Epístola.

Frescos góticosEl retablo mayor está dedicado a Santiago Apóstol, representado en la hornacina central como "Santiago Matamoros" en la batalla de Clavijo (siglo IX en Astorga, Ramiro I contra Abderramán). En las antiguas pinturas al fresco góticas recientemente encontradas también aparece esta representación. En el coro hay un órgano rococó de madera en blanco del siglo XVIII.

En el Presbiterio resaltan cuatro sepulturas de las varias que existen. Por orden del lado del Evangelio al de la Epístola, en la primera lápida funeraria se lee la siguiente inscripción: "Esta sepultura es de Francisco Gomez notario y de su mujer Ana Sanz y sus herederos, bendiosela esta iglesia con licencia del hordinario, año de 1605". La segunda lápida lleva grabada esta otra: "Dotó esta sepultura María de Aldevela muger que fue de Juan de Villanueba en quinientos marabedis de renta cada un año. 1600". El texto de la tercera dice: "Esta lauda es de Luis del Barrio y de su muger Maria Garcia y de sus hijos. Año de 1591". La última se decora con inscripción y escudo heráldico: "Esta sepultura dio la iglesia a Juan Pastor y su mujer Catalina de Niebas con licencia que dieron el retablo del Crucifixo. Año 1600".

El Boletín Oficial del Estado (BOE) del 19 de julio de 1997, publica el decreto 135/1997, de 19 de junio, por el que se declara bien de interés cultural, con categoría de monumento (ver documento adjunto), la iglesia de Santiago Apóstol, en Alcazarén (Valladolid).

Santiago Apóstol es el patrón de Alcazarén, celebrándose el 25 de julio una misa solemne y las fiestas locales de la villa en su honor.

 

Análisis del monumento (1)

Memoria histórica

Muchos han sido los referencias sobre lo Iglesia de Santiago Apóstol de Alcazarén, pero no ha habido un estudio en profundidad de su historia que contraste los datos que el monumento nos ofrece.

El templo despierta el interés de los estudiosos por sus grandes proporciones y por lo antigüedad del ábside. Sin embargo, las múltiples reformas y transformaciones sufridas a lo largo del tiempo, que normalmente son consideradas negativas por dar lugar a una falta de unidad estilística, suponen otro de los tesoros que el edificio posee y que debe ponerse en valor. Lo iglesia es un libro en el que cado época ha ido dejando las huellas de sus formas de construir y sus estilos. Se debe potenciar su carácter didáctico diferenciando cada etapa constructiva para mostrar el proceso que ha generado el edificio, de manera que el visitante pueda reconstruir cada momento histórico y sacar uno lectura individual distinta de la que pudiera realizar en otra construcción de características similares.

Madoz, en la pág. 444 del Tomo I de su Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones en ultramar publicado en 1846, describe el interior de la Iglesia de Santiago, haciendo mención de la existencia de numerosos retablos, es otra característica significativa, el templo es un auténtico museo de escultura religiosa:

  • "La segunda dedicada al Apóstol Santiago, mayor que la primera, también de tres naves de 68 pies de anchura todas ellas, cuyos arcos descansan igualmente en pilares redondos en forma de columna. Tiene siete altares, el mayor de escultura compuesto de tres cuerpos, el primero, con seis columnas de orden toscano, el segundo, se halla la efigie del patrón titular a caballo.

    A la izquierda del altar mayor hay una capilla dedicada a Ntra. Sra. del Carmen, con un buen altar, cerrada por una cúpula llena de adornos, y construidos modernamente, tienen las portadas de piedra sillería, siendo la torre del segundo de bonito gusto; en la de San Pedro, está el reloj de la villa."

José Carlos Brasas Egido en el Tomo X del Catálogo Monumental de la Provincia de Valladolid "Antiguo Partido Judicial de Olmedo", pags. 15-16, editado por la Excma. Diputación Provincial de Valladolid en el año 1977, obra dirigida por Juan José Martín González describe lo Iglesia con las siguientes palabras:

  • "Es un edificio románico-mudéjar reformado posteriormente a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Su ábside es uno de los más interesantes de toda la provincia. Consta de tres cuerpos de arcos ciegos, de ladrillo sin revestir. Se fecha en los siglos XIII-XIV.

    La iglesia es de tres naves de casi la misma altura, entre pilares y arcos de medio punto. La central se cubre con bóveda de cañón con lunetas y arista, las laterales también con bóvedas de arista. La sacristía y la nave del Evangelio se cubren con yeserías barrocas. La torre, de ladrillo y horrnigón, se sitúa junto a la cabecera, en el lado de la Epístola. Su campanario se adorna con bolas y remata en chapitel. La portada principal se abre en el lado del Evangelio, otra, más sencilla y de arco de medio punto, se sitúa en el lado de la Epístola."

Manuel Valdés Fernández, en la pág. 184 del libro Arquitectura Mudéjar en León y Castilla publicado en Sahagún (León) en 1981, ubica la iglesia de Santiago de Alcazarén en la fase clásica vallisoletana, al igual que la iglesia de San Pedro, colocándolas a la cabezo de las de los alrededores por recoger los características y variantes estilísticas de todas ellas:

  • "La iglesia mudéjar de Santiago conserva el ábside entre un conjunto de construcciones posteriores, entre las que se encuentran las naves.

    La decoración de la cabecera repite el esquema de San Pedro, modificando la relación de las arquerías, que en este caso están alineadas en vertical. La sobriedad de los constructores se manifiesta en la utilización exclusiva de arcos en la articulación del ábside.

    Del tramo recto solo permanecen visibles dos arcos, sin que se manifieste la retícula de recuadros. El resto de las construcciones fueron realizadas en los siglos XVII y XVIII, en donde el ladrillo aplantillado es la base de las molduras, como sustituto de la nacela."

Primitivo González, en la pág. 112 del tomo II del libro Cerámica Preindustrial en la Provincia de Valladolid de 1989, nos habla de las dos iglesias de Alcazarén, centrándose en el análisis de los ábsides mudéjares para ilustrar su estudio sobre la arquitectura de ladrillo de la provincia:

  • "En esta localidad hay dos iglesias: San Pedro y Santiago. De la primera se conserva sólo la cabecera y la torre. Ambas presentan el ábside formado por tres bandas de arquerías de medio punto, alineadas en vertical en el tramo recto de la primera y en el curvo de la segunda. No así en el curvo de la iglesia de San Pedro. La decoración se limita a la existencia de arquerías formando un conjunto de gran sobriedad."

Jesús Herrero Marcos, en las págs. 69 y 70 del libro Arquitectura y Simbolismo del Románico en Valladolid editado en 1997, describe la iglesia de Santiago de Alcazarén, después de haber descrito la de San Pedro:

  • "El otro inmueble mudéjar de Alcazarén es la iglesia de Santiago. Del edificio primitivo solamente se conserva el ábside semicircular - que debió rematar la planta de una sola nave - y un pequeño tramo de la zona presbiterial.

    El hemiciclo, a los pies de una elevada torre de fábrica posterior, está compuesto de nuevo por tres arcadas en disposición horizontal, de nueve arcos cada una. Todos ellos son de medio punto, doblados y ciegos.

    Los de la banda superior son más esbeltos y alargados, los del centro más cortos y los inferiores de un tamaño intermedio, comparados con los de las hileras superiores. En este caso, su disposición está perfectamente alineada en sentido vertical.

    Los aleros van rematados por un airoso friso diseñado en su parte inferior por una cenefa de esquinillas, bastante separadas entre sí, que discurre entre dos hiladas sencillas de ladrillos. Por encima, y como sujección del estribo, va una serie de canes formados, como es habitual, por tres piezas de ladrillo superpuestas en sentido decreciente. Todo el paramento descansa sobre un zócalo de mampostería rematado en la banda superior por verdugadas de ladrillo.

    Como dijimos más arriba, del tramo presbiterial se conserva solamente una pequeña parte de la arquería superior, concretamente dos arcos de medio punto, doblados y ciegos - del mismo tipo de los ya vistos - que dan a este paramento la apariencia de mantener la misma estructura decorativa que en el hemiciclo absidal.

    En el interior de este recinto se conservan unas pinturas góticas de finales del siglo XIII. Ocupan todo el perímetro semicircular del recinto y están dispuestas desde el arranque de la cúpula hacia abajo. Los personajes ocupan vanos ligeramente rehundidos y colocados en dos arquerías superpuestas.

    La superior tiene nueve de estos vanos y la inferior, once. En ellos se representa un apostolado junto a los evangelistas y la corte celestial, todos ellos presididos, adivinamos, por un Pantócrator del que sólo se conservan algunos retazos. El fondo de la arcada superior es de flores y la inferior de estrellas sobre fondo oscuro en ambos casos, en referencia al Altísimo y al jardín del Edén.

    Separando estas pinturas, de la cúpula corre una banda decorativa compuesta por una cenefa de esquinillas y otra por encima tallada en nacela. En el centro geométrico de esta banda se incluye una pequeña imagen del apóstol Santiago, titular de la iglesia, sobre su caballo."

Isidro G. Bango Tarviso, considero el mudéjar de lo iglesia de Santiago de Alcazarén como uno construcción románica en ladrillo. En lo pág. 293 del libro El Arte Románico en Castilla y León editado en el año 1997 hace los siguientes anotaciones:

  • "De la iglesia románica sólo conservamos el ábside, pues la nave fue transformada y ampliada durante los siglos XVI y XVII. Ha sufrido una importante restauración. Para completar su forma original le falta el remate del cornisamiento superior, cuya composición puede observarse en la iglesia de San Andrés de Olmedo, gemela de ésta.

    Su estructura es un verdadero paradigma de una tipología constante de la época. Un zócalo de mampuesto, que permite fundamentar el edificio y aislar de humedad la masa de ladrillería, se dispone en la parte inferior. Siguen después tres órdenes superpuestos de arcos doblados. Estos órdenes no son de igual altura, el mayor es el superior, mientras que el menor corresponde al intermedio. Arcos y soportes se organizan en una rígida axialidad: haciendo coincidir de arriba abajo todos los elementos, se consigue así enfatizar la altura y la verticalidad.

    El verdadero aspecto de esta cabecera se conseguiría con el correspondiente acabado pictórico. Un tono monocromo cubriría la totalidad del paramento, mientras que las principales líneas arquitectónicas adquirirían un mayor resalte con un pincelado de colores fuertes y brillantes.

    Esta sencilla forma arquitectónica sería una de las soluciones más empleadas en las iglesias más modestas de los siglos XII al XIV."

Respecto a las pinturas del ábside y otros hallazgos encontrados durante lo restauración llevada a cabo en 1986, podemos reseñar el artículo de Manuel A. Rojo Guerra (arqueólogo de lo Delegación Territorial de Culturo de Valladolid en aquellos fechas) titulado "Descubiertos importantes hallazgos al restaurar la iglesia mudéjar de Alcazarén" publicado en el diario El Norte de Castilla el 16 de marzo de 1986, en el que se nos ofrecen diferentes datos sobre la cabecera de la iglesia:

  • "El descubrimiento de un importante conjunto de pinturas románicas tras el retablo principal del ábside de la iglesia planteó la necesidad de contemplar, en la solución final del proyecto, el acceso a las mismas y el acondicionamiento de todo el presbiterio.

    De esta manera, las excavaciones arqueológicas se han ceñido a este área y se ha concluido la primera fase de ejecución.

    Los resultados que se desprenden del trabajo realizado abarcan desde la constatación de sucesivas reformas del aspecto primitivo del altar, existencia de diversas fases de enterramiento en el subsuelo del ábside, hasta el descubrimiento de estructuras prehistóricas sobre las que se edificó el actual recinto religioso.

    En efecto, el aspecto que antes de la restauración ofrecía el altar, nada, o muy poco, tenía que ver con el primitivo trazado del mismo. En época de la primera utilización del templo se accedía al altar mayor por una escalera realizada en ladrillo que hacía de escabel a una barandilla o iconostasis, separando a la feligresía del oferente. En época moderna (con posterioridad al siglo XVI) este aspecto se modificó ampliando el altar y cubriendo las primitivas escaleras. Toda esta serie de modificaciones en el suelo del presbiterio fueron acompañadas por distintos acondicionamientos y ampliaciones en la estructura general del edificio.

    Pero a pesar de la importancia de esta constatación, lo que llama poderosamente la atención es la existencia de varias fases de enterramientos en el subsuelo. Cronológicamente, la fase más reciente vendría definida por una serie de ocho sepulturas en fosa cuya datación absoluta no debería estar muy distante de la época de remodelaciones en el aspecto de la iglesia. Se trata de fosas simples, sin ningún tipo de estructura peculiar (cubiertas, nichos) sobre las que se depositaban los cuerpos, en muchos casos con sus atuendos típicos.

    (...)

    Este tipo de enterramientos contrastan claramente con los que se descubren junto a la cabecera del ábside. En este caso se trata de tumbas antropomorfas realizadas en ladrillo y que poseen una cubierta de piedra caliza.

    Afortunadamente, la Arqueología, con sus precisos métodos científicos, nos permite recomponer el momento exacto de la deposición de cadáveres, las reutilizaciones y las condiciones en las que esto se hacía. Normalmente estas sepulturas conocieron dos momentos de utilización.

    Lo primera inhumación -que nos fecha claramente uno moneda en tiempos de Enrique II de Castilla- fue destruida y sus restos amontonados a los pies del nicho unas décadas después de su deposición, para dar paso a otro enterramiento -el definitivo- sobre el que se selló para siempre la tumba con unos bloques de caliza.

    Aún se puede reconocer un tercer nivel de tumbas que subyace a las anteriores, pero que todavía, en esta primera fase, no hemos llegado a desentrañar en sus característicos reales y su cronología.

    Resulta curioso comprobar cómo diocrónicamente la población que ocupó lo que hoy es el núcleo de Alcazarén, giró en torno auna acrópolis. La propia iglesia, centro de reunión y de culto, está edificado sobre lo que en tiempos prehistóricos fue un poblado de la Edad del Hierro. Tal evidencia se nos muestra no sólo por lo presencia, a lo largo de la excavación, de cerámicas oscuras con superficies alisadas y realizadas a mano (esto es, sin lo introducción de elementos mecánicos como el torno en su elaboración), sino también por el hallazgo de un horno de estructura muy peculiar. Realizado en adobe, posee uno cámara aislante entre la pared y la campana del horno, estando lo boca de alimentación excavada en la tierra virgen."

El horno del que se nos habla en el artículo anterior, resultó ser un molde de campanas. Manuel A. Rojo Guerra, autor del artículo colabora con M.A. Marcos Villón y F. Miguel Hernóndez en la descripción del molde en las páginas 68 a 70 del libro Maestros campaneros, campanas y su fabricación en Valladolid y su provincia (siglos XVI a XVIII) editado por la Diputación Provincial de Valladolid en 1998:

  • "En el tramo recto del presbiterio de lo iglesia de Santiago Apóstol de Alcazarén (Valladolid) se localizó durante los excavaciones dirigidos por M. A. Rojo Guerra en 1985 los restos de un molde de fundición de campanas.

    Dichos restos, situados prácticamente sobre el nivel geológico del terreno, a casi un metro de profundidad respecto del suelo actual, se encontraban muy alterados por el intenso uso funerario de este espacio, pues sobre ellos se documentaron tres tumbas de fosa simple sin ajuar datables en los siglos XVI y XVII que en algún caso habían afectado notoriamente a los mismos.

    Se trataba de un foso de fundición cuya forma se ha perdido a causa de las remociones del terreno, y en el cual sólo restaban la base circular del molde, con unos 80 cm de diámetro al interior, construido con adobes trabados con barro, con un espacio vacío de 15 cm de ancho testimonio de la campana fundida, envuelto a su vez por los restos de un murete circular de adobes, restos de la capa del molde, con una progresiva inclinación hacia el interior del mismo, todo ello con inequívocos signos de haber estado en contacto con el fuego o sometidos a un intenso calor. La solera del molde se encontraba cortada en su interior por una zanja de unos 150 cm de largo por 40 cm de ancho, rellena de cenizas, carbones, escorias y briznas de bronce, así como algún fragmento cerámico inidentificable.

    Su identificación como molde es clara, aunque debido a la realización de la zanja, cuyo fundición con seguridad fue para hacer un fuego con que secar el molde, y en uno segunda fase recoger el metal sobrante de la fundición, eliminó la porte central, allí donde presumiblemente iría clavado el árbol de la terraja, que si se hubiera conservado nos permitiría conocer si el molde se elaboró en el interior del foso de fundición, o si simplemente fue colocado a posteriori en el mismo. También se localizaron algunos fragmentos cocidos y ennegrecidos de la capa del molde, destruida en su momento para sacar la campana ya fundida. El sistema utilizado parece ser el preconizado por Biringuccio, lo que nos situaría a partir del siglo XVI, momento en el cual se reforman todas las naves de la iglesia, pasando a ser abovedadas en un estilo tardogótico, lo que podría explicar el uso del presbiterio mientras se levantan las nuevas naves como lugar idóneo y a resguardo para la fundición de la campana de la iglesia, aunque no existen datos concluyentes para esta datación".

Mª Antonia Fernóndez del Hoyo publica en 1989 un estudio sobre las yeserías de la capilla de San Juan de Sahagún en la iglesia de San Martín de Valladolid y las de la capilla de la Virgen del Carmen de la iglesia de Santiago Apóstol en Alcazarén, relacionándolas con otras existentes en España y en América, y recogiendo datos de su construcción:

  • "La parroquia de Santiago, de Alcazarén (Valladolid), originariamente un edificio románico mudéjar, experimentó profundas transformaciones en los siglos XVII y XVIII.

    Adosada a la cabecera por el lado del evangelio se construyó en esta última centuria una pequeña capilla, a modo de camarín con transparente, dedicada a la Virgen del Carmen y que tiene acceso directo desde el presbiterio del templo. En contraste con la sencillez de su arquitectura, un cuadrado sin ningún ornamento arquitectónico, y sobre pechinas desornamentadas se levanta una media naranja adornada con yeserías polícromas de original diseño. Los libros de fábrica de la parroquia permiten reconstruir con bastante detalle su proceso constructivo.

    La capilla estaba ya en construcción en mayo de 1762, fecha en que se anotan las primeras cantidades "para la fábrica de la capilla de Ntra. Sra. del Carmen que con licencia de Su S.ª Ilma. se está haciendo en mi iglesia". Quien consigna el pago es el párroco D. Diego Ramírez de Arellano, que desempeñó un importante papel en la realización de la obra aunque no pueda considerársele fundador o patrono de la capilla ya que ésta se construyó con la aportación de los fieles. La capilla estaba terminada en lo esencial en julio de 1768, cuando el sacerdote rinde cuentas del coste de la misma.

    El autor de las trazas fue el arquitecto Fray Antonio de San José Pontones, religioso jerónimo en el convento de la Mejorada de la vecina villa de Olmedo, quien acudió en tres ocasiones a vigilar la marcha de las obras. Según afirma el párroco él mismo costeó los gastos del arquitecto a quien "gratificó" por ambas actuaciones. Su actividad como arquitecto se constata en diversas provincias castellanas y en El Escorial, con especial dedicación a las obras públicas; su estilo es, naturalmente, sobrio y desornamentado, en nada afecto a las fantasías barrocas.

    Precisamente en 1762 Pontones supervisaba la construcción del camarín de la Virgen de la Vega en la desaparecida ermita del mismo Alcazarén, que realizaba el maestro Antonio Cecilia con trazas probablemente suyas y que se decoraba también con yeserías "con los atributos de María Santísima".

    De la construcción de la capilla del Carmen fueron responsables Joseph Muñoz y Fernando Álvarez, maestros alarifes de Alcazarén, mientras que el artífice de la talla fue Domingo Fernández Pedrosa, "de oficio tallista vzº de a v.ª de Iscar" a quien a quien se pagan 1.116 rs. "por 75 días que se ocupo en la talla de yeso de dicha cap.ª".

    ¿Corresponde a Pedrosa la traza de las yeserías o fue simplemente el ejecutor de diseños ajenos? Hemos procurado indagar la personalidad de este modesto artista que aparece activo como ensamblador y tallista en varias localidades del antiguo partido judicial de Olmedo. Era natural de Mondoñedo (Lugo) y en 1737 residía en Segovia, desde donde dió poder para desposarse con D.ª Teresa Alsua y Galarza, natural y vecina de Palencia, ciudad en la que celebraron el matrimonio en 1738. En 1741 residía ya en Íscar, donde fallecería en 1770. En el propio Alcazarén existen dos retablos de su mano: el mayor de la abandonada iglesia de San Pedro, hoy en la ermita del Cristo del Humilladero, y el mayor de la propia ermita, in situ. El primero de ellos fue reformado en época neoclásica, quizá con ocasión de su traslado, mientras que el del Santo Cristo mantiene su estructura original, sin que llegara a dorarse. La semejanza entre ambos es manifiesta, fundamentándose sobre todo en la curiosa disposición quebrada hacia arriba de los entablamentos y en los elementos decorativos. A su vez, estos motivos presentan notables similitudes con algunos de los que decoran la cúpula; además, y en ocasión de unos pagos referidos al segundo de los retablos, Pedrosa se confiesa "maestro arquitecto y tallista". La autoría de Pedrosa sobre todo ello parece, por tanto, bastante probable.

    La decoración de la media naranja adopta una disposición radial, a partir de la clave adornada con cuatro cabezas de ángel en medio de follaje: ocho pilastras originan ocho segmentos trapezoidales de molduras mixtilíneas; unas y otros ostentan yeserías.

    En el segmento que coincide con el remate del retablo, un águila bicéfala coronada, que porta en sus garras espada y cetro, sirve de marco al escudo del Carmelo; entre sus dos cabezas aparece otra humana; encima el monograma de María, con corona imperial.

    En el resto de los espacios trapezoidales, los emblemas de la Virgen: sol, luna, espejo, rosa, ciprés, torre y palmera aparecen rodeados de un variado repertorio de formas de raigambre claramente manierista, entre las que figuran grutescos, veneras, cestas de frutas, vegetales. volutas, etc. que se repiten alternativamente dos a dos. Bajo ellos, en el arranque de la cúpula, alternan cartelas rodeadas de volutas y ramos con cuatro grupos de dos sirenas enfrentados que sostienen una venera con uno de sus manos mientras se llevan la otra al torso; bajo el águila bicéfala aparece un ángel de cuerpo entero que parece llevarse un dedo a los labios en actitud de reclamar silencio.

    La verdadera originalidad de la decoración reside en las figuras de músicos que forman los estípites animados. Ángeles que tañen instrumentos musicales aparecen en la capilla del Rosario, de Oaxaca, y en el sotocoro de Tonantzintla, en México, pero no conocemos ejemplos de músicos adultos en la época. Quizá sería preciso retrotraerse a iconografías medievales. El rey David de la Portada de las Platerías y los ancianos apocalípticos del Pórtico de la Gloria, de Santiago de Compostela, podrían haberse unido con un sentido de exaltación mariana, en cuyo honor se interpreta el celestial concierto.

    La factura eminentemente popular de la talla, a lo que contribuyen de un modo muy notable los fuertes y contrastados colores de la policromía, hacen de las yeserías de Alcazarén algo verdaderamente inusual, exótico en el barroco castellano. Por su modestía se aleja de realizaciones tan espléndidas como el Sagrario de San Mateo de Lucena (Córdoba), aunque algunos motivos sean comunes. En cambio su tosquedad la emparenta con obras como la cúpula del camarín del Dulce Nombre en Santo Domingo, de Archidona (Málaga) y, desde luego, con el conjunto del Santuario de Santa María Tonantzintla (México), tan diferente y a la vez tan cercano."

Como se puede observar, salvo raras excepciones, los estudios históricos se centran en el ábside, como parte más antigua de la iglesia; además, debido a la falta de documentos u otros indicios que nos permitan datar la construcción del mismo, las aproximaciones realizadas se reducen a un análisis comparativo con las iglesias similares del entorno con objeto de definir las características del modelo.

Sin embargo, debido a las múltiples reformas, transformaciones y obras que han sufrido las iglesias a lo largo de su vieja historia, muchas veces no es fácil precisar con un rápido vistazo los detalles que son originales y distinguirlos de restituciones o añadidos posteriores, la comparación entonces se hace difícil y puede ser engañosa.

Ampliando el objetivo del análisis a todo el edificio y a todas las etapas de construcción presentes, se ha realizado una lectura muraría con objeto de establecer la evolución arquitectónica del monumento que se desarrolla en el apartado siguiente.

Arriba (up)

Evolución arquitectónica

Iglesia de Santiago, evolución histórica, origen-siglo XIII

El origen románico-mudéjar de la Iglesia de Santiago Apóstol de Alcazarén permite fechar su construcción en la segunda mitad del siglo XIII o principios del XIV. Inicialmente se trataba de un templo de una sola nave con cubierta de madera, que podría haber aprovechado los restos de una torre defensiva preexistente.

El primer cuerpo de la torre, construido con mampostería, ladrillo y hormigón, es macizo en su totalidad y solo se ve perforado por la hélice ascendente de la escalera de caracol que permite el acceso a la parte superior. En los paramentos de estas escaleras se aprecian los mechinales donde se colocaban las cimbras utilizadas para la construcción de los arquillos de ladrillo que conforman los escalones, las huellas de las maderas en los morteros, e incluso algún resto de ellas. El tipo de construcción responde al de otras edificaciones de carácter militar de la época, murallas, torres... y hay que recordar el origen árabe de la palabra Alcazarén, que significa "los dos alcázares" (al-qasr ayn).

De la primera construcción mudéjar se conserva el ábside semicircular y los tramos rectos del mismo con tres niveles de arquerías de ladrillo alineadas en vertical. En su interior, ocultas durante muchos años por varias capas de yeso y revocos, se descubrieron en la última restauración del año 1986, unas pinturas al fresco de la época.

Además, en la coronación del muro del lado del Evangelio de la nave central, que ahora está oculta por la cubierta, hay, olvidados por su situación, restos de lo que fue una antigua cornisa y un friso decorativo con motivos parecidos a peones de ajedrez, pertenecientes posiblemente también a esta primera etapa de construcción del templo. En el lado norte de la torre se halla un recuadro similar con el mismo detalle. Este tipo de dibujo responde a la geometría y proporción de las trazas que sirven para realizar las decoraciones mudéjares de la época y a la misma forma de ejecución, por lo que fácilmente pueden ser coetáneas.

Iglesia de Santiago, evolución histórica, siglo XVI-siglo XVIII

A finales del siglo XVI o principios del XVII, se acometen obras de reforma y ampliación. Se inicia la construcción con piedra caliza de una nave lateral en el lado de lo Epístola en estilo tardogótico, ejecutándose lo bóveda del primer tramo y los arcos de piedra de los demás. La presencia de mechinales en el muro sur y contrafuertes, manifiesta lo existencia de un pórtico de entrada en alguna época posterior.

Durante el siglo XVII se realiza el abovedado con ladrillo del resto de la nave lateral y de la nave central. Se utiliza la bóveda de arista para la nave lateral y para el tramo segundo de la central, y la bóveda de cañón con lunetos en los tramos primero y tercero.

En el siglo XVIII, se levanta la capilla del Carmen junto al presbiterio y, posiblemente, lo sacristía, ya derribada y un tramo de la nave lateral del lado del Evangelio, todas ellas se decoran con yeserías barrocas.

Iglesia de Santiago, evolución histórica, siglo XIX-siglo XX

En el siglo XIX se construiría el resto de lo nave lateral y la portada principal del templo. A finales de este siglo, se realiza lo sustitución de la estructura de madera de cubierta. La fecha de 1872 aparece en uno de los tirantes de la segunda forma de madera. En el tirante de la tercera forma puede leerse lo siguiente inscripción "HIZOSE ESTE ARMAZÓN POR JOSE M SALGUEIRO SIENDO CURA PARROCO D. LEANDRO DEL MORAL ROMERO". Fue posiblemente en esta reforma cuando se sobreelevara lo cubierta y se hiciera a dos aguas.

Es en este momento cuando lo iglesia adquiere lo configuración actual, el resto de los intervenciones sobre el edificio son restauraciones u obras de mantenimiento que responden a otra filosofía de actuación, no tienen el carácter de generar uno transformación del edificio sino de conservar lo existente. Los restauraciones de este monumento los pasamos a describir en su correspondiente aportado.

Arriba (up)

Intervenciones recientes

Durante el siglo XX se tiene constancia de dos restauraciones de importancia. La primera, realizada hacia 1980, tiene como objeto la consolidación de las bóvedas de la nave central. Se colocaron vigas por encima de cada arco apoyadas en machones de ladrillo construidos sobre las columnas del templo. De estas vigas, realizadas con dos perfiles de acero laminado IPN 250, se cuelgan los arcos, que ya tenían importantes deformaciones. Sobre las bóvedas se extiende un mallazo de acero y una capa de compresión de hormigón que sujeta las mismas mediante conectores de acero.

En los años 1986-87, se realiza la restauración llevada a cabo por la Junta de Castilla y León según proyecto de los arquitectos D. Fernando María Inglés Musoles y D. Ángel Luis Fernández Muñoz. Las obras se centran principalmente en el ábside, en la capilla del Carmen y en las cubiertas de ambos. Tan solo se realizaron refuerzos puntuales de la estructura de cubierta en el resto de las naves y algún cosido de muro. Durante el desarrollo de las mismas se descubrieron los frescos de pintura anteriormente mencionados, así como otros hallazgos arqueológicos (tumbas a distintos niveles estratigráficos y un molde de campanas datado alrededor del siglo XVI, de la época de inicio de las obras de ampliación del templo).

Después de estas obras, se ha realizado la sustitución de la cubierta y chapitel de la torre, así como algún retejo y reparación parcial de pares y tablazón de la cubierta de las naves. Estas labores de poca envergadura no han tenido atención y continuidad suficiente para atajar las patologías en sus inicios y mantener el templo bien conservado, lo que ha desembocado en el actual estado del mismo, que ha provocado las últimas Obras de Emergencia en la Cubierta para reforzar algunas piezas estructurales de la misma (pares, tirantes, correas y cabios) con serio peligro de provocar focos de ruina; y para colocar unas placas que evitaran la penetración del agua por las múltiples vías de entrada que había.

 

[Adicionalmente, se han efectuado dos restauraciones más, éstas fueron necesarias para poder reabrir el templo que estuvo cerrado cautelarmente, por riesgo de colapso inminente de la estructura, desde diciembre de 2001 a mayo de 2013.

La primera fue la restauración externa realizada en 2009-2010, de cuya documentación se ha extraido el texto de este apartado. Las obras consistieron en la demolición de la cubierta de la iglesia, la sustitución de la misma por una con estructura mixta de madera y acero galvanizado (la altura del nuevo tejado aumentó ligeramente), la restauración de algunas de las cerchas y la limpieza de las fachadas norte, oeste y sur. Por otra parte se mejoró el acceso desde la torre para facilitar el mantenimiento de la cubierta. Así mismo, se acometió la limpieza y restauración de los muros de la iglesia, se repararon los bajantes de pluviales del ábside y las carpinterías de las fachadas.

La segunda, en 2012-2013, fue la restauración, en el interior del templo, de los acabados (bovedas, aristas, paramentos, suelo, etc.) y la mejora de la eficiencia del alumbrado.]

Análisis arquitectónico

La iglesia de Santiago Apóstol de Alcazarén, como hemos visto, es un claro ejemplo de la evolución arquitectónica de numerosos templos de la provincia. Iglesia de una nave de origen mudéjar, que posiblemente reaprovecha alguna construcción de carácter defensivo anterior. Tiene ampliaciones que no llegan o completarse en los siglos XVI y XVII, hasta que con los reformas barrocas del XVIII, neoclásicas del XIX, y las obras de mantenimiento y restitución del XX, adquiere la configuración actual.

Es fácil suponer que la unidad estilística del monumento, después de una evolución tan accidentada, es difícil de encontrar. Cada etapa responde a una concepción diferente del espacio y de la decoración, pero evidentemente se puede ver transformada por una intervención posterior que oculta sus matices.

El primitivo templo mudéjar de una nave, del que se conservo el ábside y el muro del lado del evangelio de la nave responde al modelo tipológico analizado por los estudiosos. Está construido con una gran economía de medios lograda por la repetición de un módulo y por la utilización de un material, el ladrillo, que procede de un aprovechamiento inteligente de los recursos naturales de la zona, el barro y la madera de la zona de pinares. Lo austera ornamentación es fruto de una riqueza geométrica y volumétrica que adquiere singular valor cuando recibe la luz del sol, contrastándose las sombras y las zonas iluminadas para generar un juego de claroscuros singular y característico. El sol y su simbolismo también se encuentra presente en la propia concepción del edificio. El ábside se orienta hacia el este, y las tres perforaciones que suponen las ventanas saeteras del segundo nivel de arcos persiguen la salida del sol a lo largo de todo el año: la ventana del noreste los largos días cercanos al solsticio de verano, la central las épocas próximas o los equinoccios, y la sureste recoge la luz del amanecer de los días cortos del solsticio de invierno.

Las características del ábside, ya se han recogido en los apartados anteriores en las descripciones que los historiadores han hecho del edificio.

Las dos iglesias de Alcazarén, la de San Pedro y la de Santiago, fueron destacadas por Manuel Valdés Fernández como las mejores exponentes del tipo arquitectónico de los ábsides mudéjares del foco clásico vallisoletano. Desde entonces ha sido constante referencia de estudiosos a la hora de analizar y clasificar la arquitectura mudéjar.

María Teresa Pérez Higuera, cita a Manuel Valdés Fernández en la pág. 64 del libro Arquitectura Mudéjar en Castilla y León publicado en el año 1993, para fijar el tipo arquitectónico de las iglesias mudéjares que se agrupan en torno a San Pedro de Alcazarén:

  • "Incluido por M. Valdés dentro de la fase clásica del foco vallisoletano, se caracteriza, según el citado autor, por el tipo de cabecera, con alto basamento de mampostería que remata en dos bandas de ladrillos en vertical, desde donde arrancan las arquerías ciegas, generalmente en posición desmentida, de modo que cada arco apoye sobre la clave del inferior. Se desarrollan en tres pisos de los que el central es el de menor tamaño; aumenta en el inferior, que a su vez es más corto que el superior, alcanzando éste el canon más alto. Muestra además gran austeridad de la decoración, con escaso uso de los frisos en esquinilla, y como nota original la aplicación de una retícula delimitando cada arco de los frisos superpuestos en el tramo recto del ábside.

    Valdés establece el modelo a partir del ábside de San Pedro de Alcazarén (Valladolid}, fechado en la segunda mitad del siglo XIII, cronología que se extiende a las restantes obras del grupo: San Andrés en Olmedo, la parroquial de Aldea de San Miguel y la de Muriel, único caso en que según una inscripción de la techumbre recogida en los libros de fábrica se documenta la construcción en 1258. Ya en el siglo XIV, siguen el modelo Santa María de Íscar y Santa María de Mojados."

Rafael López Guzmán en la pág. 214 del libro Arquitectura Mudéjar editado en Madrid en el año 2000, dentro del que llama modelo castellano, también cita a Manuel Valdés para determinar un foco vallisoletano de arquitectura mudéjar denominado Tierras de Pinares y que incluiría parte de la provincia de Valladolid (Olmedo y Medina del Campo), la comarca de la Moraña de Ávila (Arévalo y Madrigal de las Altas Torres) y zonas segovianas (Cuellar y Coca), encabezadas por las iglesias de Alcazarén:

  • "La precisión cronológica de la iglesia de San Pedro de Alcazarén realizada en la segunda mitad del siglo XIII, ha servido a Manuel Valdés para instituirla en la cabeza de una serie de construcciones que se van a caracterizar por el empleo de un basamento de mampostería sobre el que apoya el ábside y el tramo recto. Este último sitúa tres series de arcos doblados y recuadrados siguiendo modelos de Sahagún en cambio, en el ábside, las series de arcos doblados se articulan de tal forma que el registro superior apoya las jambas sobre la clave de los inferiores, otorgando un sentido de movilidad y ligereza potenciada por la diferencia de altura de las arcadas (mayor la de la zona superior y menor la intermedia) ausente en los modelos sahaguntinos anteriores. En la iglesia de Santiago, también en Alcazarén, se mantiene la diferencia de altura de los tres niveles de arcos ciegos, pero estos están alineados."

La evolución posterior también es característica de la mayoría de los templos de la provincia. En el siglo XVI, durante la época de esplendor de la zona, se inicia la ampliación de la iglesia mediante la construcción en el sur de una nave lateral de fábrica de piedra. Se construye el muro exterior, la bóveda tardogótica del primer tramo de la nave y el resto de los arcos. Pero no se pudo terminar el ambicioso proyecto, terminándose las bóvedas de esta nave y la central con ladrillo en el XVII.

A partir de entonces, las ampliaciones son más modestas, y el desarrollo de las iglesias se produce por la construcción de capillas barrocas. En Alcazarén se acometen las obras de la Capilla del Carmen por donaciones populares a finales del XVIII.

La influencia del barroco de la arquitectura culta sobre la arquitectura popular del siglo XIX que se levanta en la zona del sur de Valladolid, construida en ladrillo y ejecutada por los herederos de los alarifes mudéjares, en un viaje de ida y vuelta se vuelve a reflejar de nuevo en los edificios cultos y se mezclan con detalles neoclásicos, produciéndose una similitud de formas y de elementos constructivos entre ambas tipologías de edificios característica, sobre todo, en el ámbito antes señalado. Es notable en Alcazarén, el parecido tipológico de los remates del Ayuntamiento y de la portada de la Iglesia de Santiago, situados uno frente al otro, y si nos fijamos en otros elementos (cornisas, dinteles, etc.) observaremos como se repiten hasta la saciedad en la mayoría de los pueblos del sur de la provincia.

Esta vuelta a apreciar la arquitectura del ladrillo, tan desdeñada desde el siglo XVI, genera a finales del XIX y un interés por valorar los modelos mudéjares antiguos, restituyendo los restos que quedaban e imitando sus formas y detalles. El aspecto actual de estos edificios puede confundirnos y pensar que son originales cuando pueden proceder de reparaciones o sustituciones de principios del XX.

Como conclusión, podemos definir las características de un estilo mudéjar que se desarrolla al sur de la provincia de Valladolid, que ha sido repudiado y poco considerado en los siglos posteriores al entenderse como una arquitectura pobre, siendo destruido durante el renacimiento o revestido en el barroco, hasta que en el XIX se recupera el valor de la arquitectura del ladrillo y se comienza a considerar el germen de una de las etapas históricas más brillantes de nuestro patrimonio.

 

Capilla de la Virgen del Carmen

Carmen 2Capilla adosada a la cabecera del lado del Evangelio del siglo XVIII, se tiene acceso a la misma desde el Presbiterio. Esta fue construida con la aportación de los fieles (2).

Está cubierta con cúpula de yeserías barrocas que datan del mismo siglo, de gran originalidad e interés. Estas yeserías constan de abundante y original ornamentación policromada con figuras de músicos de abigarrados atuendos tocando diversos instrumentos, trofeos, rocalla, escudos carmelitanos, medallones con atributos marianos, cabezas de guerreros y otro temas; con figuras de ángeles sentados sobre la cornisa ( ver estudio sobre estas yeserías realizado por María Antonia Fernández del Hoyo).

Retablo de la Virgen del Carmen, dorado, presidido por la imagen titular, de mediados del siglo XVIII (145 cm).

La capilla cumple la función de un camarín, abriéndose un transparente, en el muro contiguo de la iglesia que permite el paso de la luz exterior que penetra en la capilla por su muro opuesto.

 

Restauración y hallazgos en el año 1986

La parte interna del ábside fue restaurada, y también las pinturas al fresco que en él se encontraron. Estas estaban ocultas bajo capas de yeso de modificaciones anteriores y por causa desconocida; motivo por el cual, el altar mayor se separó unos metros del ábside para permitir la contemplación de las pinturas y la zona reparada.

Con relación a la restauración y hallazgos realizados se publicó un artículo en el Norte de Castilla el 16 de marzo de 1986 por Manuel A. Rojo (ver Descubiertos importantes hallazgos al restaurar la iglesia mudéjar de Alcazarén). Es destacable en el mismo:

  1. descubrimiento de un importante conjunto de pinturas románicas
  2. la existencia de varias fases de enterramientos en el subsuelo
  3. que la población que ocupó lo que hoy es el núcleo de Alcazarén, giró en torno a una acrópolis
  4. iglesia posiblemente edificada sobre lo que en tiempos prehistóricos fue un poblado de la Edad de Hierro
  5. restos de obrador para fundición de campanas del siglo XVI

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(1) Norberto Arenal Gutiérrez, Memoria, Consejería de Cultura y Turismo, Junta de Castilla y León, 2003. Apartados de la Memoria, documento de la restauración efectuada en 2009-2010

(2) José Antonio Pontones Acebo (Fray Antonio de San José). Maestro de cantería y religioso. (Liérganes, 1711–Olmedo, Valladolid, 1774). Aprendió el oficio de cantero en Palencia y Escalona (Cuenca) junto a su padre Antonio de Pontones y Rubalcava. Estudió arquitectura en Valladolid. Intervino, entre otras obras, en las bóvedas del monasterio de San Benito de Sahagún (León), la capilla del Pilar de la catedral de Ciudad Rodrigo (Salamanca). Movido por un pleito, ingresó en el Monasterio de jerónimos de la Mejorada, en Olmedo (Valladolid), en 1744, cumplidos los 33 años. En dicho monasterio intervino en varias obras, entre ellas la reedificación de la nave de la iglesia, la renovación de la sacristía y la construcción de dos capillas. Otras de sus obras son la comunicación subterránea de San Lorenzo de El Escorial –uno de sus trabajos más conocidos–, el pórtico de San Vicente de Ávila y las trazas de la capilla de la Virgen del Carmen de Santiago, en Alcazarén (Valladolid). Fue distinguido por Carlos III con el título de Arquitecto Real. Escribió con el nombre religioso varias obras, entre ellas Arte de molineros o tesoro económico para La Mejorada y dejó escrito un tratado sobre arquitectura hidráulica. (Fuente principal: Gran Enciclopedia de Cantabria)

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